Caracas en 450 años, Fotografía de Hildebrando D' Swang y poesía de Robert Mora


A Hildebrando 

Por estas calles (que no son las de Yordano)
el amaranto nos ampara del mal augurio
y las cayenas nos reivindica los amores.
El Waraira Repano nos acurruca
ante los engendros de Steven Spielberg
mientras que el Río Guaire sueña todas las noches
con el cólera de Antonio Guzmán Blanco.
Por estas calles las camioneticas
se persignan rotulados como: «El todopoderoso es el señor»
El metro aprendió conceptos económicos
como oferta y demanda
y el motorizado sobre leyes de la física.
Por estas calles somos muy creyentes:
Apologías a Ismael o San Miguel Arcángel
a Krishna o tambor de San Benito
a fuentes públicas o cuarzos del Amazonas.
Estas calles se despiertan con los redobles del timbal
y se acuestan con las trompetas fúnebres,
su gente siempre sostiene la sonrisa
y el espíritu de los viernes
sobre el gambeteo en los altares del sonido.
Estas calles tienen algo de «A cuerpo cobarde»
y trazos de Jacobo Borges por doquier.
Que va a saber el Museo Met de New York
sobre el vanguardismo de nuestras santamarías
que va a saber Las Vegas de partidas de truco y domino.
Por estas calles aún se escucha el agasajo
cuando llegó Carlos Gardel,
aún suena el chillido anarco-porno de La Seguridad Nacional
y los soles de guitarra de Cayayo.
Por estas calles se desborda la opulencia
sobre los cerros de nuestros antepasados
vistiéndose de guacamayas y Araguaney,
aquí se describen los tiempos
frente a la mecedora de las nanas.
Por estas calles andamos de camaleón
dispersando rencores para la redención
andamos con el amor ahumado ante las atrocidades
para respirar folklore en vez de municiones.
Por estas calles se encuentran mescolanzas inefables
collages de panoramas y paradigmas,
se encuentra lo imprevisible e imperativo
y aun así convivimos todos panitas.
Tal vez Lewis Carroll
no sabía que Alicia deambulaba por Caracas,
tal vez Alejandro Humboldt
no exploró el guetto,
tal vez La Lupe
le cantaba «Puro teatro» a estas calles
o tal vez a Dios
le faltó caminar sobre las aguas del Río Orinoco.
Y aun así convivimos todos panitas
por estas calles.

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